Sábado 31 de octubre. De Hospitales.
Al llegar al Hospital está Nuria esperando en la puerta de Urgencias, no hay sitio para aparcar, así que le digo que aparque tranquilamente, que estoy bien y que mientras me van mirando, ella tiene tiempo de sobra.
Paso a Urgencias, me preguntan que qué ha pasado, les cuento lo de la caída y me llevan a un box. Una auxiliar muy amable y con años (unos cuantos) de experiencia, me da una bata y una bolsa y me dice que me quite toda la ropa (excepto calzoncillos). Obedezco y espero.
Aparece una muy joven ¿doctora? interesada, muy interesada, en saber la altura exacta de la caída, en el parte médico habían puesto 2 metros y al decirle yo 4 ó 5, parece que no le cuadra. Bueno, pues da igual, pues no, me dice ella, pues eso, 4 ó 5. Me mira, le doy el CD con las radiografías, se va, vuelve, me toca, se vuelve a ir, pero nada. Al rato vienen dos doctoras, supongo, estás ya más mayores, como un año o así más que la anterior, tal juventud no me inspira mucha confianza, la verdad, me preguntan que cómo me lo he hecho, me dicen que me dé la vuelta, me aprietan los gemelos, me dicen que presione con la planta del pie contra su mano y apenas puedo hacer fuerza, nada, son tajantes, “Tienes rotos los dos tendones de aquiles, hay que operar”. Pueden hacerlo allí, pero que mi médico está en Torrejón y que me tendrían que trasladar.
Me quedo como noqueado, los dos tendones rotos, operación… bufff, les digo que si me dan un momento para pensar, tengo que rehacerme un poco. Pasa Nuria y vemos las posibilidades, intento pensar de forma objetiva y viendo lo que pueda venir en cuanto curas y rehabilitación. Llamo al seguro de la Fede y me dicen que para autorizar la operación tengo que mandar el informe, pero que hasta el lunes no me lo autorizan. Me parece alucinante, vaya un seguro. Descarto esta opción.
Entre Torrejón y Sanse, decidimos Sanse, pues al final está más cerca de La Cabrera, y ya que estoy aquí…
Llamamos a las doctoras y les digo que sí, que me operen. Me dicen que para eso tengo que hacer un cambio de médico para que me corresponda ese hospital. Les contesto que sin problema y me dicen que ese trámite se hace el lunes, que lo haga y vuelva. Me parece alucinante, los dos tendones rotos y me quieren mandar a casa, solucionar papeleos y volver para que me operen. Les expongo que no me parece normal y que sólo me queda la opción de ir a Torrejón, a lo que contestan que muy bien, que es casi lo mejor, pero que me apresure, pues se va haciendo tarde y en los turnos de urgencias ya se sabe, cuanto más tarde más cansados y más trabajo… ¡¡¡Alucino!!! Es más, que si tengo coche que mejor me vaya por mis propios medios, que si me piden una ambulancia no saben lo que puede tardar.
En fin, repuesto del momentazo, me colocan dos férulas para inmovilizarme, y tras pedir un par de veces el alta, me sacan a la puerta. Me voy con la bata, pues, para qué vestirme? si voy a otro hospital. Me monto en el coche como puedo y venga, a la M-40 camino de Torrejón.
En eso me llama Pablo, para interesarse por mi estado, me estaba asegurando y se quedó un tanto preocupado, pero gestionó las llamadas a Mapfre y a los bomberos en un segundo. Le cuento un poco la película y me dice que eso de Mapfre no le suena nada bien, que es muy extraño. Que va a hablar con el Presidente de la Federación y que si llego a Torrejón antes de que me vuelva a llamar que espere un momento antes de entrar en Urgencias.
Pues nada, llegamos al Hospital y esperamos en el aparcamiento. En ese momento vuelve a llamar Pablo y dice que no, que en la web de la Federación hay un parte, se rellena y automáticamente se envía a Mapfre y ya está firmado y sellado, que si le doy mis datos me lo rellena y me lo envía. Así que yo, en la puerta del hospital, con la bata, las dos piernas escayoladas y esperando a recibir el parte… de película.
Una vez terminado el trámite y recibido el correo con el parte, nos ponemos de nuevo en marcha, ahora destino a la Clínica Cemtro, a ver qué ocurre, pues ya me puedo esperar cualquier cosa.
Llegamos ya cerca de las siete, y allí ya parece que se instaura la razón, al fin. Lo primero me bajan, me ponen una silla de ruedas y les cuento la película. Les reenvío el correo, imprimen el parte y firmo dos copias. Parece que ya está, menudo papeleo, lo que hace el no estar informado (Gracias Pablo por ese trabajo de campo).
Me llaman a laconsulta y me ve el traumatólogo de Urgencias, no es capaz de abrir el CD con las radiografías, me quitan las férulas, echa un vistazo y, efectivamente, rotura de ambos tendones aquíleos. Aún guardaba una remota esperanza, pero no hubo suerte. Le pregunto que si tiene arreglo y me dice que sí, que en seis meses volveré a subir montañas, eso al menos me anima.
Me dejan ingresado a la espera de si me operarán al día siguiente, domingo, o ya el lunes con una cirugía programada.
Me suben a la habitación y justo es la hora de la cena, me doy cuenta de que no he comido nada desde que desayuné esta mañana, un día muy largo y ni pizca de hambre.
Me hacen un electro y una resonancia de ambos pies, por si acaso me operan mañana.