miércoles, 4 de noviembre de 2015

Martes 3 de noviembre. En casa. Día 1 de recuperación.

Martes 3 de noviembre. En casa. Día 1 de recuperación.

Después de desayunar, pasa el médico a ver qué tal he pasado la noche y me dicen que me puedo ir para casa, que vuelva a consulta en quince o veinte días.

Tendré que pincharme eparina a diario, pues voy a estar sin moverme. Tomaré una semana antibióticos y diez días anti inflamatorios, así que al menos no voy a tener que medicarme mucho. Viene un enfermero, me quita la férula, me cura los puntos y me vuelve a poner la misma.

Salimos de la Clínica y lo primero es solucionar el papeleo para el tema de bajas y demás... Empieza la recuperación. Día 1.


Ya en casa voy preparando mi campo base, van a ser muchos días, meses, así que tiempo habrá de ir viendo lo necesario para estar lo mejor posible. 

Me pasan muchas cosas por la cabeza, lo primero, ¿me recuperaré bien? simplemente para andar y poco más… luego ya avanzo en proyectos más ambiciosos. Deporte, bicicleta, montaña, escalada… ¿Tendré ganas, ánimos, miedos? Seguro que sí, pero en este momento no he perdido los ánimos, así que vamos a empezar por recuperar, paso a paso, siguiendo las instrucciones y poniendo todo el empeño necesario (incluso un poco más), por mí no va a quedar.




martes, 3 de noviembre de 2015

Lunes 2 de noviembre. La operación.

Lunes 2 de noviembre. La operación.

A primera hora llegan las enfermeras, hoy no hay desayuno. Pasa el anestesista,  los médicos, me informan sobre la operación, así que ya solo queda esperar.

Pasa el tiempo y no vienen a recogerme. Me llaman por teléfono de Mapfre, maldito papeleo, que les falta el parte firmado por mí, que si no, no pueden autorizar la operación, no me lo puedo creer, le saco una foto y se lo mando por correo electrónico, y al rato vienen a buscarme, increíble tanta burocracia, menos mal que estoy bien, si llego a estar en malas condiciones no sé qué hubiera pasado.

Me bajan a quirófano, menudo ambientazo, todo gente joven, es lunes y les digo que ojito, que estén atentos. El médico me dice que estuvo de fiesta el finde, era Halloween, y le digo que ponga toda su atención, que son mis dos piernas.

Me sedan un poco y al momento me ponen la anestesia, epidural, así que les oigo hablar, como muy lejos, y noto que me hurgan, pero como si fuera un masaje.

En cuanto me quiero dar cuenta me están sacando del quirófano y me llevan a la sala de reanimación. Estoy consciente del todo y se me ha hecho muy corto, calculo que han tardado como una hora y cuarto. Estoy en la sala, y me parece un poco absurdo, pues veo a la gente entrar y salir y yo ahí, tan tranquilo, así que me suben a la habitación y me dan de comer.

Nuria va a recoger a Paula y echamos la tarde allí con mis padres y mis hermanas. 

Las piernas se van despertando, es una sensación muy extraña, pues tenía todo (TODO) dormido, y veo que aún hay cosas que no despiertan, me tranquilizan, es normal. Me dicen que tengo que expulsar la anestesia, pero como no siento nada no puedo, así que me avisa que si no lo consigo, me tendrán que poner una sonda, y se obró el milagro…

Pasan los doctores a verme y les pregunto que cómo fue la operación, me dicen que muy bien, que tenía rotura total de ambos tendones, pero que ha quedado todo bien cosido y que va a quedar como nuevo.

Cenita y a dormir, mañana para casa.

Según se acerca la noche y la anestesia deja de hacer efecto, noto molestias en los pies, parece que me bombean, una sensación como cuando te aprietas mucho las botas y te molestan hasta los cordones. Así que me ponen una bolsa de Nolotil por vena, al rato se asoma la enfermera y le digo que no mejora, así que me pone un chute de morfina que hace que pueda descansar toda la noche, Esperaba ver algunas luces de colores o sueños alucinantes, pero no, tan sólo me quedé relajado.


lunes, 2 de noviembre de 2015

Domingo 1 de noviembre. Clínica Cemtro.

Domingo 1 de noviembre. Clínica Cemtro.

A primera hora de la mañana se presenta un enfermero para tomarme unas muestras de sangre, estoy esperanzado con que me operen hoy y empezar cuanto antes la cuenta de la recuperación, pero al rato llega una auxiliar con el desayuno y me dice que hoy no me operan, que desayune tranquilamente.

Al no operarme, vienen dos auxiliares y me dicen que si me pienso que voy a estar todo el día en la cama, les digo que no, que si me dan una silla me voy de paseo, me ofrecen darme una ducha y yo acepto encantado. Menuda aventura, que si traen una grúa, que si se queda sin batería, y yo, sintiéndome como un muñeco, pues me puedo mover sin dificultad de rodillas para arriba, así que me paso de la cama a la silla sin problema, me pego una ducha, que me sabe a gloria, y luego nos vamos de paseo por la Clínica, pasillos, ascensores, cafetería.

Paso el domingo con visitas de mi familia, amigos, Nuria allí al pie del cañón, y yo tranquilo. Aprovecho para llamar a mi jefe y decirle que al día siguiente no iré a trabajar.

Al fin llega la noche y deseando amanecer para que me operen. Duermo bien, no me duele y las férulas no me incomodan demasiado.




domingo, 1 de noviembre de 2015

Sábado 31 de octubre. De Hospitales.

Sábado 31 de octubre. De Hospitales.

Al llegar al Hospital está Nuria esperando en la puerta de Urgencias, no hay sitio para aparcar, así que le digo que aparque tranquilamente, que estoy bien y que mientras me van mirando, ella tiene tiempo de sobra.

Paso a Urgencias, me preguntan que qué ha pasado, les cuento lo de la caída y me llevan a un box. Una auxiliar muy amable y con años (unos cuantos) de experiencia, me da una bata y una bolsa y me dice que me quite toda la ropa (excepto calzoncillos). Obedezco y espero.

Aparece una muy joven ¿doctora? interesada, muy interesada, en saber la altura exacta de la caída, en el parte médico habían puesto 2 metros y al decirle yo 4 ó 5, parece que no le cuadra. Bueno, pues da igual, pues no, me dice ella, pues eso, 4 ó 5. Me mira, le doy el CD con las radiografías, se va, vuelve, me toca, se vuelve a ir, pero nada. Al rato vienen dos doctoras, supongo, estás ya más mayores, como un año o así más que la anterior, tal juventud no me inspira mucha confianza,  la verdad, me preguntan que cómo me lo he hecho, me dicen que me dé la vuelta, me aprietan los gemelos, me dicen que presione con la planta del pie contra su mano y apenas puedo hacer fuerza, nada, son tajantes, “Tienes rotos los dos tendones de aquiles, hay que operar”. Pueden hacerlo allí, pero que mi médico está en Torrejón y que me tendrían que trasladar.

Me quedo como noqueado, los dos tendones rotos, operación… bufff, les digo que si me dan un momento para pensar, tengo que rehacerme un poco. Pasa Nuria y vemos las posibilidades, intento pensar de forma objetiva y viendo lo que pueda venir en cuanto curas y rehabilitación. Llamo al seguro de la Fede y me dicen que para autorizar la operación tengo que mandar el informe, pero que hasta el lunes no me lo autorizan. Me parece alucinante, vaya un seguro. Descarto esta opción.

Entre Torrejón y Sanse, decidimos Sanse, pues al final está más cerca de La Cabrera, y ya que estoy aquí…

Llamamos a las doctoras y les digo que sí, que me operen. Me dicen que para eso tengo que hacer un cambio de médico para que me corresponda ese hospital. Les contesto que sin problema y me dicen que ese trámite se hace el lunes, que lo haga y vuelva. Me parece alucinante, los dos tendones rotos y me quieren mandar a casa, solucionar papeleos y volver para que me operen. Les expongo que no me parece normal y que sólo me queda la opción de ir a Torrejón, a lo que contestan que muy bien, que es casi lo mejor, pero que me apresure, pues se va haciendo tarde y en los turnos de urgencias ya se sabe, cuanto más tarde más cansados y más trabajo… ¡¡¡Alucino!!! Es más, que si tengo coche que mejor me vaya por mis propios medios, que si me piden una ambulancia no saben lo que puede tardar.

En fin, repuesto del momentazo, me colocan dos férulas para inmovilizarme, y tras pedir un par de veces el alta, me sacan a la puerta. Me voy con la bata, pues, para qué vestirme? si voy a otro hospital. Me monto en el coche como puedo y venga, a la M-40 camino de Torrejón.

En eso me llama Pablo, para interesarse por mi estado, me estaba asegurando y se quedó un tanto preocupado, pero gestionó las llamadas a Mapfre y a los bomberos en un segundo. Le cuento un poco la película y me dice que eso de Mapfre no le suena nada bien, que es muy extraño. Que va a hablar con el Presidente de la Federación y que si llego a Torrejón antes de que me vuelva a llamar que espere un momento antes de entrar en Urgencias.

Pues nada, llegamos al Hospital y esperamos en el aparcamiento. En ese momento vuelve a llamar Pablo y dice que no, que en la web de la Federación hay un parte, se rellena y automáticamente se envía a Mapfre y ya está firmado y sellado, que si le doy mis datos me lo rellena y me lo envía. Así que yo, en la puerta del hospital, con la bata, las dos piernas escayoladas y esperando a recibir el parte… de película.

Una vez terminado el trámite y recibido el correo con el parte, nos ponemos de nuevo en marcha, ahora destino a la Clínica Cemtro, a ver qué ocurre, pues ya me puedo esperar cualquier cosa.

Llegamos ya cerca de las siete, y allí ya parece que se instaura la razón, al fin. Lo primero me bajan, me ponen una silla de ruedas y les cuento la película. Les reenvío el correo, imprimen el parte y firmo dos copias. Parece que ya está, menudo papeleo, lo que hace el no estar informado (Gracias Pablo por ese trabajo de campo).

Me llaman a laconsulta y me ve el traumatólogo de Urgencias, no es capaz de abrir el CD con las radiografías, me quitan las férulas, echa un vistazo y, efectivamente, rotura de ambos tendones aquíleos. Aún guardaba una remota esperanza, pero no hubo suerte. Le pregunto que si tiene arreglo y me dice que sí, que en seis meses volveré a subir montañas, eso al menos me anima.

Me dejan ingresado a la espera de si me operarán al día siguiente, domingo, o ya el lunes con una cirugía programada.

Me suben a la habitación y justo es la hora de la cena, me doy cuenta de que no he comido nada desde que desayuné esta mañana, un día muy largo y ni pizca de hambre.

Me hacen un electro y una resonancia de ambos pies, por si acaso me operan mañana.




Sábado 31 de octubre. Patones. Grajo Free.

Sábado 31 de octubre. Patones. Grajo Free.

Había quedado para ir a Patones, aun siendo sábado, con Sevi y Danielo sabía que evitaríamos las aglomeraciones, así que para el sector Grajo Free, sé que no me menearía mucho pero con estos dos figuras salvaría la mañana. Había quedado, además, con Susana, así que echaríamos el rato buenamente.

Calentando, aparece Pablo Velasco, así que vamos cambiando de vías y empezando a sudar, el sector se va animando, y pronto empieza a haber cordadas por todos sitios.

Susana se tenía que marchar pronto, me bajo a la parte dura y veo que éstos están dándole a Canguingos y Patas de Pez, larga y dura (7a), Pablo está en lo más alto a punto de superar el paso, pero no lo consigue y vuela unos metros, el desplome es tal que queda muy separado de la pared y no puede remontar, así que le bajan y lo volverá a intentar.

Me ofrezco a asegurarle, así Dani y Sevi pueden escalar en otras vías, pero como Pablo acaba de bajar y quiere descansar un poco antes de volver a intentarlo aprovecho y subo yo, unos metros, pues esa vía está totalmente fuera de mis posibilidades, así que me ato y para arriba.

Voy haciendo los primeros metros y me doy cuenta de que es de esa roca anaranjada, suave y babosa que tan poco me gusta, pero bueno, el comienzo es fácil, aunque algo escalonado. Al superar la tercera chapa veo que hay un desplome interesante, las marcas de magnesio parecen indicar el camino y hago un primer intento. Veo la secuencia, pero la siguiente chapa queda por encima del desplome y hay que darse el paso sí o sí, aún teniendo la cinta puesta. Pablo me flashea los movimientos, pero el agarre de la mano derecha no me da toda la seguridad que me gustaría. Reculo y me lo pienso, total, hasta aquí ya está bien, pienso en bajarme, sólo tendría que destrepar un par de pasos fáciles y para abajo, pero no, decido darle otro pegue y allá voy, subo pies, cojo la mano derecha, saco la izquierda a la que parece buena y está llena de magnesio, pero no, hago el movimiento con poca fe y no la cojo bien, no era tan buena como creía (Pablo luego me dice que tendría que haberla cogido de frente) y el pie izquierdo resbala al perder la mano y me voy abajo. No era consciente de lo lejos que estaba la chapa anterior, la caída parece limpia pero, de repente, me veo clavado en una repisa que había unos metros más abajo, me coge totalmente por sorpresa, no me lo esperaba, y un dolor intenso estalla en ambos pies. Pablo me pregunta si estoy bien, le digo que me baje, me he hecho daño. Según me va bajando, al acercarme al suelo me doy la vuelta, no quiero apoyar, el dolor es punzante, pienso, bastante alarmado, que me he partido los dos tobillos, el impacto ha sido grande, calculo que unos 4-5 metros.

El dolor casi ha desaparecido, me quedo sentado, los tobillos no tienen mal aspecto, pero me arde un poco la parte posterior de ambas piernas, justo debajo de los gemelos, me miro, todo parece normal, excepto ambos tendones de aquiles, están laxos y eso me da mal rollete. Le digo a Pablo que no puedo andar y de inmediato llama a los bomberos, que no tardan en aparecer. Mientras, vamos llamando al teléfono de partes de accidente de la Fede, pues esto no pinta muy bien.

Me pregunto que para qué me he metido en esa vía, esta caída parece seria, que seguro que me he hecho algo, por otra parte me miro y quiero ver que no, que a lo mejor es el golpe… Inmediatamente me rehago, digo, bueno, estoy aquí abajo, hay que pensar en lo que viene, no en lo que pasó. Así que, aprovechando que no hay dolor, me quedo allí tumbado, hablando con algunos compañeros que vienen a interesarse y a ofrecerme alguna manta y ánimos.

En media hora llega el helicóptero, y unos minutos más tarde aparecen cinco bomberos corriendo, me localizan y ven las opciones de evacuación, donde estamos, el helicóptero no puede bajar, así que me inmovilizan ambas piernas y me suben en camilla unos metros a una pequeña plataforma hasta donde se acerca el aparato con el cable desplegado. Se coloca sobre la camilla, a unos metros, y un bombero se ancla y juntos subimos a la vez que se va separando de la pared y recogiendo el cable. Cruzamos el cañón y se posa sobre un cerro. El operador de grúa y el bombero meten la camilla dentro y nos elevamos de nuevo. Hay buen ambiente, bromas, yo, como voy sin dolor, estiro el pescuezo todo lo que puedo, es mi primer vuelo en helicóptero y voy a disfrutarlo, aunque me hubiera gustado hacerlo en otras condiciones.

La verdad que el rescate se hace a buen ritmo, deprisa pero no a lo loco, me dan una gran sensación de seguridad y a la vez con amabilidad y buen humor. Al encontrarme yo bien y animado es todo más fácil. Estoy muy agradecido a estos profesionales, pues en un momento me sacaron de allí de la mejor manera.

Llegamos a El Molar, allí nos esperan varias personas con una camilla. En cuanto nos posamos en tierra, me bajan, me cambian de camilla y me pasan al Centro de Salud.

Les tranquilizo y les digo que voy bien, que no me duele y me dicen que me van a hacer unas radiografías para ver si me he roto algún hueso. Las radiografías indican que no tengo nada roto (óseo), pero que puede que tenga dañados los tendones de aquiles, así que me mandan al hospital de Sanse para que me vea un traumatólogo. Me dan el informe y las radiografías en un CD, me suben a una camilla y de viaje a Sanse, donde comienza una de las tardes más surrealistas que haya tenido jamás.